Bueno, de hoy no pasa. Tenía este post guardadito en borradores, en espera de su ocasión… y la ocasión la pintan calva. Acabo de leer una noticia ridícula a más no poder. No tengo ni idea de su veracidad (que siendo prensa rosa podría ser de ninguna a menos ninguna). Pero si ‘eso’ lo ha dicho Penélope Cruz… pobrecita. Y al/la que escribió la noticia, ya le vale. Aquí está la perlita de noticia:
Pe podría negarse a darle el pecho a su bebé para no perder figura
Y aquí, el post.
“Me voy a poner como una vaca”. Tengo la sensación de que este es un pensamiento que subyace en la cabeza de muchas mujeres cuando están planeando quedarse embarazadas, o descubren, por sorpresa, que ya lo están. La idea de tener un hijo entusiasma a toda mujer que quiere ser madre; pero la época de tiranía de la imagen en la que vivimos propicia que los cambios ‘físicos’ a propósito del embarazo, parto, puerperio y lactancia (no hablaré ya aquí de los emocionales o espirituales) sean poco menos que temidos. Si el ideal de belleza es la delgadez, lo que no es delgado nunca puede ser bello. Razón por la cual muchas mujeres (y muchos hombres) creen que no se puede ser bella estando embarazada, o recién parida, o lactando. Si se creyera generalizadamente que una mujer en estos estadios de su vida es bella, por ejemplo, la moda premamá (y postnatal) no sería un asunto de boutiques carísimas, ni de dos estantes y dos percheros en las cadenas más populares, ni de cuatro marcas que sólo venden por internet camisetas todas iguales de colores diferentes. Y qué podríamos decir de las embarazadas que salen en las fotos de publicidad (que la mayoría de las veces ni siquiera están realmente embarazadas)…
Pero la presión no viene sólo (por si fuera poca) del mundo de la moda y la publicidad. También se nos hace sentir desde el sistema sanitario. Una constante en los embarazos de casi todas mis contemporáneas ha sido el miedo a la bronca de la matrona por el aumento de peso. ‘Uf, ya verás qué cara me pone mi matrona mañana’. ‘Me va a a echar una bronca que verás’. Seguro que a las que me leáis, esto también os suena familiar. Y efectivamente, el aumento de peso descontrolado, que no es bueno en ningún momento de la vida, durante el embarazo tampoco. Pero se nos dan a conocer desde el principio ‘patrones’ de aumento de peso ‘estándar’, para todas, que son tan nocivos como las ‘dietas estándar’ que se reparten en muchas consultas médicas. Cada mujer es un mundo, y su aumento de peso durante el embarazo va a variar enormemente del de su madre, del de su vecina y del de su prima, y estará predeterminado en gran parte por el peso inicial del que parta, y cómo no, de sus hábitos alimenticios. Pero nadie te dice ‘mientras mantengas una dieta equilibrada, el aumento de peso será el NORMAL PARA TI’. No. Hasta el segundo trimestre, tanto; en el segundo, no más de cuánto; y en el tercero, espanto. ¡Y mucho cuidado de pasarte de lo que te digan! Porque ahí empiezan las profecías apocalípticas en torno a la diabetes gestacional, la macrosomía fetal, la pre-eclampsia, etc, etc, etc.
(Hago un inciso para precisar, con un dato autobiográfico, que parece que engordar es un problema, pero adelgazar –que es lo verdaderamente raro y NO saludable en un embarazo- por el contrario, parece no ser tan ‘grave’. Yo padecí hiperemesis gravídica, perdí 10 kilos antes de la semana 10, momento en el que mi marido se plantó y me llevó a urgencias porque, hasta una semana antes que me vio mi médico de cabecera ‘todo entraba dentro de lo normal’ y ‘hay embarazos más duros que otros’. Resultado de visitar urgencias: ingreso de 4 días, con sueros y medicación para restaurar líquidos e intentar contener los vómitos. NO. Los médicos de cabecera, todos, deberían saber que perder más del 8-10% del peso es PATOLÓGICO en un embarazo. Pero parece que no todos lo saben).
Lo peor de esta presión sanitaria es que las mismas mujeres, ignorantes como somos de todos los procesos que sólo nos afectan a nosotras, acabamos, como se diría en inglés ‘comprando toda esta mierda’. Nos lo creemos todo a pies juntillas, nos dejamos atemorizar, e incluso a veces, nos dejamos humillar. Cuando en más de una consulta, un médico o una matrona nos presiona con la ganancia de peso SIN UNA RAZÓN MÉDICA REAL (no tenemos el azúcar alto, no tenemos tensión alta, no hay problemas de tiroides), deberían ser conscientes de que están ejerciendo un bullying maquiavélico y bastante cruel. Con un hombre, eso no ocurre en ninguna consulta médica. Pero claro, aunque no haya peligros médicos objetivos ni para nosotras ni para nuestros hijos, el pavor a los kilos de más sigue estando detrás. Y de nuevo, hacemos gala de ignorancia y de una facilidad pasmosa de eludir la responsabilidad personal. Porque muchas mujeres, inmediatamente después del parto, vuelven a su peso pre-gestacional, kilo arriba, kilo abajo (y algunas se quedan por debajo, como yo, por la hiperemesis, o quien ha tenido dieta muy estricta por diabetes). Pero lo que la mayoría de las mujeres ignoran es que la lactancia materna, por ejemplo, es un factor importantísimo en la recuperación física para la mujer después del parto. Sí, hagámoslo porque es lo mejor para nuestros hijos: PERO TAMBIÉN PORQUE ES LO MEJOR PARA NOSOTRAS. Hay tres factores claves para la recuperación física tras un parto: la lactancia, la alimentación y el ejercicio físico. Se calcula que el gasto calórico extra por estar lactando puede oscilar en torno a las 500 calorías/día. Es lógico pensar que si una mujer come lo mismo que cuando estaba embarazada, con ese ‘desgaste extra’ de 500 calorías al día tiene que perder peso. PERO, también es cierto que la posibilidad del ejercicio físico regular, que podía venir practicando hasta el último día del embarazo, durante el puerperio, sobre todo el más inmediato, a menudo no es posible. Bien porque aún estemos recuperándonos del parto, o porque, como creo que sucede en la mayoría de los casos NO HAY TIEMPO MATERIAL. Nuestro bebé consume todo el tiempo disponible, y si no hay alguien cercano que nos eche una mano y nos deje ese tiempo para nosotras, hacer ejercicio regularmente no va a ser una opción durante meses (e incluso años). Así que, por mi experiencia, mujer: si quieres recuperarte bien físicamente de tus partos, 1. AMAMANTA; 2. COME COMO DIOS MANDA (que mucha gente cree que como lactar ‘desgasta tanto’, aprovecha para una sobre ingesta calórica que ni la lactancia ni diez maratones pueden con ella); y 3. MANTÉN ALGUNA ACTIVIDAD FÍSICA EN LA MEDIDA DE LO QUE PUEDAS.
No vengamos con milongas de que ‘ay, yo es que he engordado tanto a raíz de mis embarazos’, como si nuestros hijos tuvieran la culpa, es algo que me saca de quicio. La realidad de nuestro cuerpo obedece a lo que hacemos con él. Tampoco es nuestra culpa si aunque lo intentemos con todas nuestras fuerzas, nuestra lactancia no funciona, o si no podemos hacer ejercicio porque no tenemos ayuda y no podemos sacar todo el tiempo que nos gustaría. Pero reconozcamos que, o bien no hacemos todo lo que podemos que está en nuestra mano, y/o que lo que no está en nuestra mano no es culpa nuestra y no tenemos por qué sentirnos mal. El tiempo pasará, las circunstancias mejorarán y aunque más lentamente, podremos volver todo a su ser.
¿Y qué decir de la presión social? empezando por la propia familia, la pareja, el entorno, las amistades que ya han tenido hijos y que sólo saben contar lo ‘horrible’ que es la maternidad a nivel estético: ‘Estos niños me costaron el tipín que tenía’, ‘Mira cómo se me han quedado las tetas’, ‘Qué cantidad de estrías me han salido’, ‘se me pusieron las piernas como las de un elefante’… ‘hay que ver el culo que se te ha quedado desde que nacieron los niños’, ‘sí, es que mi mujer desde que tuvo el niño “ya no es la de antes”’…Que sí, que muy bien, que el embarazo, el parto, el puerperio va a hacer que tu cuerpo cambie (y toda tu vida!), PERO CAMBIA PARA QUE PUEDAS ALOJAR LA VIDA DE TU HIJO!! por Dios, sólo es carne y pellejo, dentro de 40 años vas a ser todo arrugas igualmente.
De las parejas que hacen comentarios despectivos acerca del cuerpo de sus mujeres en la transformación de la maternidad, sólo se puede decir que son unos MISERABLES. Creo que no encuentro otra palabra que lo describa mejor. (Bueno, y si los hacen fuera de ese tiempo, también, qué duda cabe. Si quieres mantener una pareja con un cuerpo 'inalterable’, hay conseguidísimas muñecas hinchables y maniquís de saldo en grandes centros comerciales)
Y es que no hay ni un respiro: ni en el embarazo, ni el día del parto e inmediatamente posteriores, cuando tanta gente mira DESCARADAMENTE TU BARRIGA para ver cómo ha quedado y radiarlo al resto del patio/familia/ camarilla, etc. Apoyados sin duda alguna por esta moda tan estúpida de los medios de comunicación de ‘escudriñar’ a toda famosa recién parida para finalmente concluir con orgullo “A la semana de parir, mírala, cómo si no hubiera tenido un hijo!”, “está estupenda, quién diría que ha pasado por tres embarazos!!”. En realidad, creo que a veces, determinadas personas, sí tienen lo que se merecen. Si entre las mayores preocupaciones de una mujer recién parida está el ‘ponerse los vaqueros de antes de quedarse embarazada’ (topicazo que se oye por todos lados), apaga y vámonos.
Más allá, la presión sigue sin ceder: durante el resto de tu puerperio, siempre habrá quien te recuerde, seguro que amablemente y sólo por tu bien, “¿y no has perdido todavía el peso que ganaste en el embarazo?”. Algo que no hacen preguntando, sino afirmando y con mucha mala leche PORQUE A LA VISTA ESTÁ QUE NO (si es que ese es tu caso). Como si tu casa fuera una cueva paleolítica donde no existen espejos o básculas. Y qué decir de la insistencia en que la lactancia ‘estropea’ tus pechos, las similitudes con un ‘mamma italiana’ (muy despectivo para las italianas, por cierto) por ese pecho que hasta pasado un tiempo, revela esa rotundez y formas propias de su función biológica más importante (para mi, tan bello, tan sugerente, tan sexy y tan lleno de vida…). La inmensa mayoría de las mujeres no sabe que el pecho cuando más se estropea es durante el embarazo, al aumentar de tamaño, estirándose la piel para ello durante nueve meses (quieras tú o no quieras). La lactancia no estropea tu pecho, LO PROTEGE FRENTE AL CÁNCER DE MAMA, al utilizarlo para el propósito para el que está ahí… y así podría seguir hasta el infinito.
Para mi, cómo una mujer vivirá todo este cambio depende, además del conocimiento de todo lo que he dicho antes, principalmente del concepto de su propia imagen que tenía ANTES DEL EMBARAZO. Qué nivel de autoestima tiene, cuánto de su seguridad en si misma está basado en su imagen, qué valor le da a su aspecto físico… muchas mujeres sufren, porque creen que sus cuerpos se DEFORMAN. Y recuerdo que hace poco, hablando con una amiga mía que estaba embarazada, cuando me decía eso, que estaba empezando a ‘deformarse’, le dije: “No, mi niña, no se está deformando: se está TRANSFORMANDO”. Para mi no es un eufemismo, es una manera diferente de ver las cosas. Sobre todo, de ver lo positivo. Sí, tu cuerpo cambia por la maternidad; pero ni lo hace a peor, ni sus efectos son de por vida si tú pones de tu parte por evitarlo. Lo contrario es adoptar una actitud victimista que no te va a llevar a ningún sitio. Bueno sí, a que otras victimistas como tú te den palmaditas en la espalda y digan, sí sí a mi me pasó lo mismo…
Mujeres, abramos nuestras mentes, nuestros corazones, nuestro cuerpos! Cambiemos los paradigmas establecidos! Que nuestras hijas vivan sólo con gozo lo que es gozoso. Dejémonos TRANSFORMAR SIN MIEDO, vivamos la vida, aceptemos nuestros cuerpos, cuidémoslos, amémoslos… y los demás lo harán en la medida que lo hagamos nosotras.
Imagen: